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Breve historia de los Seguros

Cuando hablamos de seguros, estamos hablando de una de las industrias más asentadas e importantes de la actualidad, tanto a nivel económico como social. Esto se debe a las profundas raíces de este sector, que se remontan a épocas inmemoriales.

La aparición y el desarrollo del seguro ha ido siempre de la mano de la evolución de las distintas formas de organización social. En sus comienzos no existían unas bases técnicas o jurídicas que rigieran los seguros, si no que existía un sentimiento de solidaridad común ante el infortunio que buscaba distribuir los riesgos sociales y naturales.

Las antiguas civilizaciones descubrieron que en comunidad era más fácil hacer frente a diferentes situaciones, tales como encontrar alimento, combatir a los animales salvajes o hacer frente a las desgracias de la vida cotidiana, como la muerte o las catástrofes naturales.

De esta forma, versiones muy primitivas de los seguros que conocemos hoy en día se producían en la Antigüedad y la Edad Media, por ejemplo, mediante el almacenamiento de cereales en graneros de templos o de señores, cumpliendo con la función social de distribución o venta de los excedentes en tiempos de malas cosechas o penuria. Asimismo, era costumbre que las asociaciones religiosas recolectaran y distribuyeran fondos entre sus miembros en caso de muerte de alguno de ellos.

Existen referencias a ciertas formas de seguros en relatos de hace más de 5.000 años. El Código de Hummurabi, un código legal de la antigua Babilonia de hasta 282 cláusulas en el que se dedican varios preceptos al tema de «préstamo a la gruesa ventura», que era un tipo de seguro marítimo por el cual una persona prestaba a otra una cierta cantidad sobre objetos expuestos a riesgos marítimos bajo la condición de que, pereciendo esos objetos, devuelva al tomador la suma con un premio estipulado. Este préstamo lo tomaban el naviero o el capitán del barco para hacer frente a las necesidades del tráfico condicionando el reembolso al buen éxito de la operación.

Más o menos en la misma época, los mercaderes chinos reducían sus riesgos intercambiando bienes con otros barcos, de manera que, si alguna de las embarcaciones se hundía, todos salvaban un poco.

La evolución de este fenómeno provocó que el primer sistema de aseguramiento propiamente dicho, conocido documentalmente, sea el seguro marítimo que aparece en el Mediterráneo durante la Edad Media como consecuencia del desarrollo del comercio marítimo. Se trataba de una manifestación de seguro privado, con un afán de lucro de los aseguradores.

Se puede decir, por lo tanto, que en ese momento se crearon lo que ahora conocemos como pólizas de seguro. Sin embargo, no será hasta los siglos XVII – XVIII cuando se fundan las primeras compañías de seguros. Durante la Edad Media los seguros se contrataban entre particulares, quienes actuaban a veces como aseguradores y otras veces como asegurados, de forma alternante. Se puede decir que para ellos era una especie de inversión. En la Edad Moderna, y debido a la dificultad de afrontar grandes catástrofes (como el incendio que asoló Londres en 1.666, el cual acabó con 12.300 viviendas), las aseguradoras dejaron de ser personas individuales convirtiéndose en grandes asociaciones con capital dividido en acciones.

Es en ese momento cuando se puede hablar de seguros de la misma forma que los entendemos hoy. Están llevados a cabo por entidades especializadas para este fin, es decir, compañías que ejercen su actividad en base a unos criterios técnicos concretos: la utilización de tablas de mortalidad, el cálculo de probabilidades…

En el siglo XIX, el desarrollo tecnológico y el desarrollo del Derecho de Seguros favorecieron la evolución de la institución aseguradora y el nacimiento de un gran número de compañías aseguradoras